¿Qué es?

La artritis psoriásica es un trastorno importante de las articulaciones que aparece con más frecuencia en las personas afectadas con la enfermedad crónica de la piel, llamada psoriasis. Muchos de quienes tienen psoriasis no se dan cuenta del riesgo de artritis psoriásica, pero los individuos con psoriasis leve o hasta los que cuentan con parientes con psoriasis pueden desarrollar artritis psoriásica.

La artritis psoriásica es una forma de artritis inflamatoria asociada con psoriasis, es decir, una afección de la piel que se caracteriza por lesiones eritematosas (zonas enrojecidas de la piel) y escamosas (epidermis que se desprende en forma de escamas), que se presentan en placas o diseminadas.

La artritis psoriásica ocurre especialmente en pacientes con lesiones cutáneas severas y de larga evolución, aunque en pocos casos puede ocurrir incluso en ausencia de dichas lesiones. La artritis psoriásica se diagnostica en alrededor de una cuarta parte de los pacientes con psoriasis.

Este tipo de artritis se caracteriza por dolor y rigidez en las articulaciones afectadas, rigidez matutina que dura más de 30 minutos y se exacerba por el descanso prolongado y se mejora con la actividad.

La incidencia de la enfermedad es igual en mujeres y hombres; aparece usualmente entre los 30 y 50 años de edad, y ocurre por lo general 10 años después de los primeros signos de psoriasis.

Aunque se desconoce la causa exacta, se sabe que en la artritis psoriásica participan factores genéticos y ambientales que coexisten en un momento dado, provocando una alteración en el sistema inmunológico. Esto permite la proliferación y activación de células que producen sustancias inflamatorias, a las que genéricamente se denominan citocinas, responsables tanto de las lesiones cutáneas como del dolor e inflamación articular que, cuando no se trata, puede causar daño permanente en las articulaciones, limitación de movimiento y discapacidad.

Factores causantes

Se desconocen aún las causas de la enfermedad, se cree que factores genéticos (hereditarios), un funcionamiento incorrecto del sistema inmunológico, la inflamación en las articulaciones y el medio ambiente, juegan un papel en el desarrollo de la enfermedad. En los tipos inflamatorios de artritis, como la artritis psoriásica, el sistema de defensa ataca erróneamente al recubrimiento de las articulaciones, ocasionando dolor e inflamación.

Signos y Síntomas

La artritis psoriásica puede manifestarse de diversas maneras dependiendo del subtipo, en cada caso, las articulaciones afectadas se encontrarán dolorosas, calientes, hinchadas y con dificultad de movimiento. Dependiendo del subtipo de artritis psoriásica pueden predominar síntomas axiales, con dolor de espalda y pelvis, rigidez y limitación de movimientos de la columna, o inflamación de articulaciones periféricas con dolor y limitación en rodillas, manos, pies, etc. También es frecuente la inflamación de las entesis (sitios en los que se unen los tendones del músculo al hueso) y, en ocasiones, de los dedos de manos y pies (dactilitis).

Las manifestaciones articulares suelen presentarse después de las lesiones de la piel y son más comunes en pacientes cuya psoriasis ha sido de moderada a severa y de difícil control. En pocos pacientes existe inflamación articular casi en forma simultánea a las lesiones cutáneas.

Lo habitual es que cuando aumenta el número y tamaño de las lesiones en la piel, aumenten también las molestias articulares y viceversa. Se han descrito factores ambientales, como los traumatismos físicos y el estrés emocional, que pueden influir en las exacerbaciones de los síntomas articulares y principalmente cutáneos. Además, los pacientes pueden presentar lesiones en las uñas, con cambios de coloración, descamación y puntilleo.

¿Cómo evoluciona la enfermedad?

La artritis psoriásica es un padecimiento crónico que suele iniciar en forma subaguda y presentar períodos de mayor sintomatología, casi siempre en forma paralela a la actividad de las lesiones de la piel.

Si no se trata en forma adecuada, este padecimiento puede causar erosión articular progresiva, limitaciones físicas severas, y discapacidad. Desafortunadamente, hasta el 66% de los pacientes tiene pérdida de hueso en el momento en que la enfermedad es diagnosticada.

Impacto de la Artitis Psoriásica

Sólo un médico está capacitado para diagnosticar esta enfermedad mediante la historia clínica, un examen físico y algunos estudios de laboratorio e imagen.

La historia clínica permite conocer el inicio de las molestias, la intensidad del dolor, los síntomas asociados y los factores que aumentan el dolor, así como el impacto que ha tenido la enfermedad en las actividades del paciente.

El examen físico es útil para corroborar si existe limitación o daño y la existencia de nódulos, sequedad en piel y mucosas, así como la afección a otros órganos.

Los estudios de laboratorio permiten saber si existen anticuerpos característicos de esta enfermedad (factor reumatoide o los nuevos anticuerpos anti-péptido cíclico citrulinado) y detectar si hay anemia y aumento de plaquetas.

Los estudios de imagen, como las radiografías o resonancia, son útiles en muchos casos para evaluar el grado de inflamación o daño que puedan tener las articulaciones tanto en el momento del diagnóstico como en fases posteriores.

Impacto de la Artritis Psoriásica

El impacto de la artritis psoriásica depende de las articulaciones afectadas y la gravedad de los síntomas; la fatiga y la anemia son comunes. Algunos pacientes con artritis psoriásica también experimentan cambios de humor. El tratamiento de la artritis y la reducción de los niveles de inflamación ayudan con estos problemas.